Oh, Joe. Oh, Joe.
La expresión más perversa del lenguaje de una nínfula se efectúa en silencio, chupándosela a un desconocido en el último vagón. La sorpresa de no pedir que la avisen antes de correrse, el remilgado ademán de limpiarse la boca con la mano, paradójicamente, sugieren todo lo contrario: consiguen multiplicar los grumos, albergar a borbotones el efluvio salado en su boca hospitalaria, y le obligan a improvisar unas gárgaras, a tragárselo todo.
…Oh, Joe
La expresión más perversa del lenguaje de una nínfula se efectúa en silencio, chupándosela a un desconocido en el último vagón. La sorpresa de no pedir que la avise antes de correrse, el remilgado ademán de limpiarse la boca, paradójicamente, sugiere todo lo contrario: consigue multiplicar los grumos, albergar a borbotones el efluvio salado en su boca hospitaliaria, y le obliga a improvisar unas gárgaras, a tragárselo todo.
No lo hace por placer, pero disfruta con ello. Sus retos furtivos siempre la conducen por nuevas y diferentes aventuras, nunca planeadas. A veces puede suceder mientras da un paseo anodino por un parque infantil y aborda al jardinero donde la hierba crece más alta.
Joe es una ninfa delgaducha, de tiernos pechos adolescentes, pequeños, con los pezones enhiestos apuntando hacia arriba.
…Joe es aterradora, fascinante, grandiosa.